Tuesday, October 23, 2007

EJERCICIO NUMERO 11 (EL OTRO)



Tomacho es de lo que no pueden tomar. No pueden, aunque hagan el truco de la guata llena o tomen una cucharada de aceite. Mejor dicho, pueden pero no deben. La razón es muy simple: dentro suyo habita Otro, que sale apenas Tomacho se descuida y se toma una piscola o un vodka con redbull.

El Otro es de temer. Yo lo he visto aparecer e incluso he sufrido sus embates un par de veces. Y confieso que basta y sobra.

La primera vez fue en el Parrón, hace años. Yo estaba con la Javiera -la niña más linda del mundo, debo decirlo, porque además de deliciosamente bonita tiene esa gentileza propia de las buenas casas- y conversábamos sobre un recital que no recuerdo pero que disfrutamos mucho. De pronto, del baño sale Tomacho y me queda mirando fijamente. Yo, que hasta esa fecha no conocía al Otro, levanto mis brazos para saludar a mi amigo, por el cual debo decir, siento hasta el día de hoy una profunda admiración. Entonces percibo en la mirada de Tomacho otra forma de mirar, extraña, como si los ojos estuvieran sumergidos en una piscina.

- Ven... ven- me dijo moviendo su mano como si fuera una caña de pescar.
- ¿Qué pasa Tomacho?- le pregunto poniendo una mano en su hombro - ¿le entró agua al bote?
- ¿Vos me querís?- una lengua evidentemente dormida por el alcohol.
- Pero claro que te quiero Tomacho- respondo con seguridad a Tomacho pero también tratando de que la Javiera percibiera algo de normalidad en el asunto.

Entonces Tomacho mira a la Javiera, me mira a mí, se mira el cierre del pantalón por donde se le asomaba la camisa, lo sube, sonríe y me dice:

- Si me querí dame un beso en la boca pos hueón... a ver pos hueón si me querís tanto a ver...
- Ehm... No sé si te quiero tanto, Tomacho, la verdad... si quieres te doy un abrazo o te llevo a la casa mejor, ¿andai en auto?- disparé claro de que Tomacho no estaba muy presente, sino que había otro, ese que sale de algunas botellas muy particulares...
- Puta que erís trancao conchetumare- dijo y me empujó, ante la mirada atónita de la Javi que si bien me conocía lo suficiente no entendía nada de lo que estaba pasando... Bueno, yo tampoco, debo decir- ¿querís mi auto ahora hueón? ¡ándate a la rechucha pero a la rechucha de las rechuchas!- remata y se va zigzagueando hacia el comedor central, asustando a una señora gorda que casi mete su cara dentro de una torta merengue lúcuma cuando Tomacho se tiene que apoyar en su cabeza para no caer sobre la parrillada de la otra mesa.

No sabía que decirle a la Javiera. Confieso que en esa época moría por ella, y que la vergüenza que sentí por culpa del Otro superó la estupefacción ante la escena. Nunca más vi a la Javiera. Miento, la vi tiempo después, cuando andaba con otro. Pero ese es otro cuento.

La segunda vez que me topé con el que vive dentro del Tomacho fue hace como un año y medio. Estábamos celebrando el cumpleaños de un amigo, y cuando todos comenzaban a levantarse para irse a acostar, le dije a mi amigo Pancho que por qué no rematábamos en el bar de lado porque se veían muchas más chicas lindas que en el que estábamos. Pancho, que prende con agua, asintió y cruzamos la calle buscando el último trago de la noche.
En la barra estaba Tomacho, conversando con dos amigos -uno con cara de asesino en serie y el otro como poeta francés al peo- y levantó los brazos haciendo señas para invitarnos a la barra. Cuando llegué juro que todavía estaba Tomacho y no el otro. Por descuidado -o algo ebrio, debo admitir- no me dí cuenta de que Tomacho estaba pidiendo un vodka redbull y que el barmán lo miró como preguntándole si estaba seguro de tomárselo (ahora que lo pienso bien, el mozo debe haberse encontrado con el otro más de alguna vez, ya que Tomacho era parroquiano fijo del lugar). Pero Tomacho, que es un tipo querible cuando es Tomacho, puso cara de gato a lo Shrek y el barman se dejó embaucar.
Juro que Tomacho era Tomacho cuando tomó el primer sorbo de vodka, y yo, con esa euforia absurda que te regala el alcohol le digo:

- Leí tus últimos cuentos en el blog, Tomacho, están re buenos, en especial el último post- le digo- me recordaron mucho a lo que escribía Cheever, o algo así...
- ¿Me estai hueveando?- dijo Tomacho cambiándose de máscara en menos de un segundo...
- Sí, en serio, como los de...
- ¿me estai diciendo viejo fleto, chuchetumare?- en ese instante supe que había que huir como correcaminos, porque el Tomacho no hablaba con garabatos comúnmente, en cambio el Otro si; pero como también estaba algo ebrio me quedé, no sé bien por qué, valiente pero atento a lo que se venía. Y como la fe y la esperanza en el ser humano es lo último que se pierde, le dije:
- No te pongai así pos Tomacho, córtala, pa' qué...

Tzum! Recibo un escupo de Tomacho en la cara. Mi amigo Pancho, al que no le cabía más asombro, como si estuviera viendo a su abuelo muerto, entonces me mira congelado y me dice:

-¿Idea mía o te escupió este saco de huevas?¿Lo matamos?- mi amigo Pancho es hiper dan en doscientas disciplinas orientales, pero no ha alcanzado la iluminación todavía así que apenas puede reparte patadas en mandíbulas.
- No me escupió él, Pancho, me escupió el otro, tranquilo- digo para calmar la situación. Por cierto que la ayuda del Pancho no era necesaria, el Otro tiene patas de lana y con un dedo lo tumbas o con un soplido lo aniquilas. Pero siempre he sido un tipo tranquilo, y no quería armar trifulcas ni escándalos.
- No fue el otro, fue él, huevón, matémoslo a patadas...- me dijo pancho al oído.
- Fue el Otro- le digo al Pancho estúpidamente, como si un borracho pudiera entender que otro borracho ve a otra persona dentro de un tercer borracho.

Entonces el Otro, no contento con escupirme una vez, lo hace de nuevo. Pancho empieza sufrir ataques de epilepsia de ganas de desfigurar al Tomacho. Entonces tomo el sartén por el mango y antes de recibir un tercer escupitajo, antes de que el Otro sea decapitado de un puñete del Pancho, empujo al Otro sobre sus amigos, sus amigos que no se habían percatado de la situación resbalan, se les cae el trago, increpan al Otro y el Otro le tira el vodka en la cara al más chico, el que tenía pinta de poeta maldito al peo, mientras el asesino en serie le saca la madre porque lo pisó con la silla. Llegan los mozos, el Otro grita, patea en las canillas al más peligroso de los mozos, nos agarran de las mechas y nos sacan del bar a patadas y manotazos (menos al Pancho, que antes una vez dio clases de boxeo en ese mismo local y se ganó el respeto de los mozos porque estaba en el mismo bando), y ya afuera, bajo la lluvia, al Otro le dio con sus propios amigos a grito pelado haciedno escándalo y nosotros, en un ataque de lucidez o bien de miedo, enfilamos hacia el auto caminando rápido y concentrados.
Pancho se sube, me mira con cara de extrañeza, y mientras pone highway to hell de AC/DC, sacude su cabeza y me pregunta por qué cresta no le pegué al Otro.

- Porque si le pego al otro le pego al Tomacho pos hueón- respondo aún mareado por la adrenalina contenida.
- No entiendo nada... ¿A qué otro te referís si hay un puro weón idiota?- dice el Pancho bajando el volumen de la música.
- Hay que leer a Stevenson- digo mientras suspiró con la ventana abierta.
- Uf, un curao pseudo culto ahora, la que faltaba- dice el Pancho encendiendo un pito para calmarse, creo, la cola que había dejado en el cenicero cuando fuimos a jugar baby. El Pancho nunca fue muy higiénico, y su auto siempre tenía una cola botada en alguna parte.
- El doctor Jeckill tiene su mister Hyde, oh, ¿no cachai ese cuento?- digo ya con un poco de molestia de tener que explicarle siempre todo al Pancho que no lee ni LUN.
- Vos tenís que ir al doctor, que te escupan y no hacer nah, qué weón, no sé si zen o weón- dice retándome, como tratándome de niñita por no devolver si no un puñete, al menos un escupo. Pero ya no quería ni discutir, quería llegar a mi casa, poner un disco ojalá de folk, algo agradable, para intentar olvidar, borrar, mi segundo encuentro con el Otro que habita dentro de un buen amigo. Confieso que además la situación me daba risa. Porque al día siguiente Tomacho iba a llamar preguntado que hizo, que puta, perdóname por favor, no debería tomar, me tengo que chantar y todas esas cosas que el Tomacho le ha prometido hasta a su gato. Pero esta vez no me reiría, le diría que fuera a un médico, a un psiquiatra, que hasta cuándo con el otro. Y así lo hice, cuando llamó con caña moral, con arrepentimiento de alcohólico reincidente.

Ha pasado el tiempo y no he visto al Tomacho. Supe que se casó al fin con su novia por el civil, un matrimonio flash porque la había dejado embarazada. Ella es una chica hermosa -Lucía, parece comercial de mall en primavera verano- a la que conocí por otro lado, a través de los Martinez. A veces pienso en ella. Más bien, me preocupo por ella, más que por el Tomacho. Porque sin duda alguna, un día, sin siquiera esperárselo, se debe haber topado en algún pasillo con el Otro. Y eso, indudablemente, nos hace algo así como hermanos en el terror. Pero tomacho era una buena persona. Cuando era Tomacho y no el Otro.

El trago lo pone ciego a uno, decía la canción, con mucha verdad. ¿Estará inspirada en el Tomacho? ¿En todos los Tomachos del mundo? ¿O en los Otros que habitan, en silencio, dentro de uno? ¿Cuántos de ellos hay, esperando la oportunidad de salir? ¿Son todos como el Otro, o hay Otros? ¿Existen los ángeles escondidos detrás de unas piscolas?

Palabras al cierre:

Ciertos datos que usted debe saber sobre Tomacho antes de encontrarlo un pobre diablo, y por cierto, razones que sabía el narrador porque fue compañero desde kinder hasta cuarto medio del hombre en cuestión:

a) Vio morir atropellado a su perro cuando tenía cinco años. Agonizó en sus brazos. Sus padres no estaban. Sólo la Nana que lloraba tanto o más que Tomacho.
b) Se meó a los seis años delante de las risas de todo su curso. Sucedió mientras entonaban la canción nacional con la estrofa de los militares, y fue de susto porque escuchó en una verdulería que los militares eran gente mala que comía niños envueltos.
b) Sacó a bailar a la Claudia en octavo básico, y ella le dijo que jamás bailaría con un guatón. Ese año Tomacho comenzó a escribir cosas tristes, pero con innegable talento.
c) Su padre se separó de su madre ese mismo año. Las razones eran vagas, pero la única que claramente recordaba Tomacho era terrible y ridícula: su madre roncaba como cortadora de pasto.
d) Tomacho perdió la virginidad sin saberlo. Fue el día en que por primera vez se curó como sapo, y a manos de la Frigobar Nuñez, una petaca conocida en todo el colegio por su mal vocabulario y constante olor a coliflor.
e) Ya en la Universidad, en una carrera que no quería seguir de una universidad donde no quería estar, se unió a una pandilla punk, pero nunca pudo usar bototos militares por miedo a mearse.
f) Cuando había logrado sobreponerse a su pasado tumultuoso, un día fue entrevistado en la calle por CQC y salió el domingo en la noche con una rosita en el pelo, los cachetes rosados, la voz con pitch como la Frigobar Nuñez, y para más remate cerraron con un sartenazo. Larraín y Feito no pararon de hablar del gordito fleto. Su celular no dejó de sonar hasta las 3.15 a.m. Cambió de número por una paranoia innecesaria.
g) Quedó finalista en Santiago en Cien Palabras, lo llamaron y todo, pero fue descalificado al día siguiente porque alguien contó las palabras de su cuento y tenía 101.

Podría seguir, pero no quiero seguir deprimiendo a nadie.

1 comment:

Chamila Rodríguez ACTRIZ said...

Amigos amantes del cine y el teatro...

Les tengo dos excelentes invitaciones de buen cine y buen teatro para ver este fin de semana en Viña del Mar y Valparaíso...

La primera se presentará en el "Festival de Cine de Viña" este viernes 26 de octubre a las 21:30 en el Teatro Municipal, la película del director chileno, Andrés Racz "Tendida Mirando las Estrellas" ... la filmamos hace varios años... junto con un destacado elenco, Paulina Urrutia, Nelson Villagra, Jaime Vadell, Gonzálo Robles, Rodolfo Bravo, Alejandro Goic, Francisca Inbodem, Ignacio Aguero... música original de Angel Parra (hijo) La película está pronta a estrenar en salas de cine, por lo pronto la podrán ver en Viña del Mar...


Y la segunda es que tendremos una función de teatro en Valparaíso, del bello clásico de Federico García Lorca "La casa de Bernarda Alba" en el Teatro de la Universidad Sta.María de Valparaíso, este sábado 27 a las 19:00...

LOS ESPERO ESTE FIN DE SEMANA CERQUITA DEL MAR...