Tuesday, October 23, 2007

EJERCICIO NUMERO 10


Isolda, entierra todos tus muertos.
Piensa, recuerda, olvida.
Que tu recuerdo olvide sus recuerdos,
que tu olvido recuerde sus olvidos.
Cuida de no morir antes de tu muerte.

Vicente Huidobro

¿Sabes qué, María? Nada sacamos ahorrando dinero para viajar a esos lugares donde no serás viajero, sino turista. Porque ¿sabes qué, María? Viajar se puede hacer sin maletas, sin botiquín, sin seguro médico internacional, sin tarjeta de crédito de respaldo. Viajar se hace todos los días, porque debes conocer el mundo, María, sus habitantes. ¿Sabías que cada persona es un reportaje, María? El periodismo de verdad es la vida misma, créeme. Vamos hacia esas zonas donde hay guerras, hambruna y abundancia en las almas que se cruzan por tu vida, y las vivimos in situ, María, si hay que pasar hambre, la pasamos, y si que hay que sentir miedo, lo sentimos. ¿Cómo conocer la valentía si no sentiste erizar los pelos en tu nuca?
No importa que no sepas el idioma, María, para eso tenemos las manos, mucho más directas que las palabras.
Hay tanto paisaje para fotografiar, María, si los vieras. Tanta montaña y tanto desierto, tanto río, tanto mar, tanta viento. A mí me gustan las lagunas altiplánicas, esas que están en silencio, tienen pájaros exóticos y colores furiosos. Donde el oxígeno es escaso y te obliga a andar lento, tranquilo, bobo, como si te fueras a quedar dormido y entonces el paisaje parece parte de un sueño. Y sí, María, me gusta el desierto, la soledad. Allá donde en la mitad de la nada te topas con un tamarugo, firme, elevándose hacia el cielo azul azul -el cielo es dos veces azul en el desierto, lo juro por mis hijos, si lo vieras- y te echas debajo de su sombra y recuerdas a tu padre.
Todo es viaje, María. Es muy simple. No intentemos ser vanguardia, es inútil y siútico. Todo es camino y carretera y se acabó. ¿Para qué darle más vueltas?
Y me voy, cara de palo, esta vez me voy y no vuelvo, María. En serio, me voy. Y no partes conmigo pero tampoco importa. No es que no me importes, me importas y mucho, pero esta vez parto solo porque soy un desagradable, un mimado, un niño mal terminado, un hombre. Por puro joder en el fondo, por puro molestarte. O por empujarte al vacío como cuando nos empujábamos a la piscina. O simplemente porque sin moverme me empiezan a sonar las rodillas. No todo tiene que ver con provocarte cosas, no seas tan egocéntrica. Está bien, con vestido eres un incendio forestal, una sábana blanca al sol, pero vaya que son importantes también mis rodillas, heroicas como tanques, aplicadas como grúas. Como piden trabajo. Si volviera a hacer una empresa, contrataría sólo rodillas. Y manos. Y codos. Y Tobillos.
Cuando dejes atrás tus cosas -demasiado peso para los viajes, déjalas, por favor, hazme caso, bota la maleta grande y toma la mochila más chica, usa las zapatillas más cómodas, mete la cámara de fotos y el vestido rojo con flores locas, por favor, te quiero ver como una mancha roja a lo lejos, y cuando llegues, y si te atreves, vergonzosa, lleva una sombrilla, hagamos una gran escena dentro de nuestra película- y cuando escojas un camino, vaya tranquila, por ahí andaré, hablando solo y vagando -seguramente ya me habré hecho amigo de un perro, tú me conoces, estoy frito, puedo prescindir de los humanos pero jamás de los perros- y tendré los bolsillos llenos de pequeñas historias, lugares comunes, fotos sin importancia, que para cuando nos volvamos a encontrar María, se harán agua. Y calmaré tu sed, niña loca, miedosa, tranquila que calmarás todas tus formas de sed. Qué bonito abrazo será ese, María, la más María de las Marías. Para esos efectos, y para que resulte como lo cuento, toma nota: cuida bien tus brazos, tu espalda, tu sonrisa.

3 comments:

Jeza said...

Qué hermoso texto.
Me encantan esos que son diálogos monológicos... con la otra voz muda.

Al final hizo el viaje?
Salute!

Cpunto said...

yo que la maría largaba todo y lo seguía medio de lejos , claro, pa no asustarlo, pa que no se le fueran a ir los humos a la cabeza, debería ir en tren y sentada a la ventana y ud más adelante y cada cieto rato da vuelta la cabeza pa echarle una miradita como que no quiere la cosa, más a la noche hacen como que no se conocen y le da un agarrón a la pasá y prometen cosas que no harán y fuman y hasta se aman,
perdón, es que me encantan los viajes, no más pensarlos me chalan,

Javier Sanfeliú said...

ok, pero tren con coche bar y coche cama. Claro, no los vaya a desconcentrar el inspector para los boletos o el señor de las bebidas, basta con el tra tra tra trak... tra tra tra trak...