Monday, October 29, 2007

PEQUEÑO VIDEO PRIMAVERAL




Caminas. A paso lento.
Los audífonos como tus únicos consejeros.
Una canción. Esa guitarra. Esa letra.
El río corre hacia el mar, como siempre.
La gente corre quizás hacia qué lugar.
Trabajan.

Sacas las manos de los bolsillos,
se camina mejor con las manos de péndulos.
Tus dedos juegan con unas llaves.

Un anciano saluda al hombre del quiosco. Le pide un diario.
Un estudiante pelea con su moto que no parte.
Una chica guapa con audífonos pasa sin mirarte.
Corre una brisa más fresca.
Hora de volver si no andas con abrigo.

Unos escolares se dan besos, se comen a besos,
a ella se le ven los calzones, no le importa,
no le importa nada en el mundo,
le importa el beso, la mano de él, la piel.
Desaparecen las palabras.

Recuerdas una conversación. La sensación de la conversación.
Te ríes. Una señora que barre te mira.
La saludas. Ella se entra en la tienda. Continúas.
Y vuelves a reír.
En la televisión de la vitrina lees Pasiones.
Y te asombras. Te detienes.
¿Quién te habla? ¿Quién manda el mensaje?

Saturday, October 27, 2007

VOLVER AL CENTRO


Cuando uno vuelve al centro
Pierde la posibilidad de conocer
Los encantos de la periferia

Las calles son las mismas
Los almacenes conocidos
Hay alguien que te saluda
La misma puerta te reconoce

Llega el momento en que vuelves de un viaje
dejas las maletas y miras los fotos
Te envuelve una cierta nostalgia
Piensas en vivir allá donde apenas intuiste una vida

Pero eres un animal de costumbre
Donde haya pan, agua y naranjas estás bien
Pero eres un animal de seguridad
Donde haya abrazos, una reja y un techo estás ok

Vuelves al centro y cuando lo haces
pierdes la posibilidad de conocer
los encantos de la misteriosa periferia

Y tampoco importa mucho
Aún tienes la maleta en la puerta
Tarde o temprano pondrás
libros, discos y tu conocida simpatía
Saldrás a la calle, cerrarás la reja
Dejarás el centro atrás de nuevo
olvidarás todo lo que muere
y tomarás sin culpas
Sorbos grandes
La vida

Wednesday, October 24, 2007

EJERCICIO 12: ALEJANDRA, intentando una historia simple



Estaba mirando la playa a través de los ventanales, pensando en lo difícil que es escribir bien, resumir ideas, desarrollar conflictos que no existen, cuando se enciende mi celular (lo tengo en silencio, desde que no estoy en la ciudad me propuse olvidar el sonido de ese aparato).
La pantalla decía "Ale". Ale. La Ale. La Ale... ¿Por qué me estaba llamando después de tanto tiempo? ¿Por qué me llamaba después de jurar no llamarme más? Habían pasado dos años de eso y sentía que la había olvidado casi por completo. Lo de casi es bien preciso, porque sepulté lo malo que fue el último período juntos pero reconozco que después de otras bocas la suya siempre aparecía en la memoria. No había boca como la de la Ale, no existen labios como los suyos, y me había resignado a que nunca más volvería a besos así. Que había sido lo suficientemente afortunado al haberlos tenido alguna vez en mi boca, en mi cuello, en mi pecho. Porque pocos en el mundo habían tenido la suerte de toparse con eso besos. De eso estaba seguro después de una cata de besos antes y después. Y vaya que son importantes porque un beso es la tarjeta de presentación de ejercicios amatorios posteriores y más profundo aún, de la manera de amar y entregar. Y la Ale amaba, amaba como si la vida se le desparramara sin solución.
¿Contestar o no contestar? Daba un poco lo mismo, lo bueno de los celulares es que queda registro de la llamada, y uno puede devolverla cuando se sienta preparado a hacerlo. Después puedes inventar que estabas en la ducha, en el jardín, que estabas salvando a un grupo scout de morir ahogado, que a esa hora practicas meditación trascendental, o bien, menos hollywodense, que habías salido simplemente a comprar el pan, el celular no anda bien y me ha dado lata cambiar el aparato ya que cada vez llamo a menos gente y menos gente quiere comunicarse conmigo. Me fui del trabajo peleado con todos o casi todos, básicamente porque en esa maldita empresa los puñales iban y venían y había que ser un ninja por los pasillos. Por lo mismo, por no fallar ni dejar espacio para ser traicionado, ya casi no me juntaba con mis verdaderos amigos. Vivía para sobrevivir y moría lentamente trabajando casi quince horas diarias.
Se apaga el celular y me quedo unos segundos en silencio. Me levanto de la silla, lo tomo en mi mano, camino hacia el ventanal, lo abro, escucho más nítidamente el mar y pienso que me gustaría que la Alejandra me escuchara con ese sonido de fondo. Infántil, lo sé, pero seamos honestos: los hombres también se maquillan a su manera.
En eso se ilumina nuevamente el teléfono, y rápidamente me siento en la silla de playa que está a mi lado, me tapo con la manta de polar que me gané en la promoción Copec y, calmando un poco la respiración, contesto.

- Hola... Pablo...- escucho su voz al otro lado. Seguía siendo ella que decía hola en vez de aló y esa estupidez me mataba aunque nunca lo supo.
- Aló... sí Pablo, ¿quién?- No sé por qué motivo no la llamé por su nombre de inmediato. Hay cosas que aún no puedo solucionar del todo en esto de madurar.
- No puedo creer que haya sido todo tan malo... ¿Borraste mi teléfono?- dice ella con dulzura y con sonrisa, oh, la sonrisa de la Alejandra.
- ¿Alejandra? - intento hacer el papel de mi vida diciendo su nombre en formato de pregunta- No, no, no he borrado tu teléfono, por favor, es que el visor de la pantalla falla a veces, tengo que cambiar el celular... - respiro profundo para no ponerme tartamudo- qué bueno escucharte... tanto tiempo...
- Sí pues, tanto tiempo... había pensado llamarte pero me imaginé que no sería lo correcto, que bueno, que no me dirías que era bueno escucharme...
- ¿Y por qué no sería bueno? -dije con una convicción sorprendente, más para mí que para ella, creo- si ha pasado el tiempo y fue, no sé, ¿importante lo que vivimos?
- ¿Dónde estás?- dijo - escucho el mar.
- En Maitencillo, en la casa un amigo que acaba de ser papá y no puede venirse por un rato y me la prestó por este mes... a caballo regalado...
- ¿Y ya no estás trabajando que tienes un mes para estar en la playa?- dijo y me dio algo de pena que lo dijera, el enano egoísta que uno tiene adentro tiende a pensar que aquellas personas que te quisieron saben más de tu vida que tú mismo.
- Eh... no, no estoy trabajando, renuncié hace un par de meses y nada, es largo de contar pero estoy bien, contento, tengo vocación de vagoneta y además, como no tenía grandes deudas y algunos ahorros, preferí parar para saber qué quiero, para dónde voy, en fin...
- Me alegro por ti, antes de no vernos más ya estabas aburrido de tanto viaje y tanta oficina. ¿no? Trabajabas demasiado, te hacía mal, casi ni sonreías, Pablo - apuntó con ternura, aunque duela escucharlo, su voz se ponía un poco ronca y suave, para no herir.
- Exacto, por ahí va la mano, uno tiene que caerse de cara al suelo para entender, es como aprender a caminar... estoy aprendiendo a caminar de nuevo, digamos... bueno, ¿y tú? Te casaste, tienes hijos, ¿en qué estás? - sabía que no se había casado, que llevaba unos seis meses sin el que me reemplazó, el que tenía tiempo y risas para ella, pero ya lo dije, hay cosas que aún no soluciono del todo aunque he tratado de superarlas. Sigo imbécil pero trato de controlarlo.
- Nada, estoy soltera, terminé, también con la universidad hace unos tres meses y no me decido todavía a buscar trabajo, me compré un auto chico pero eficiente con lo que gané trabajando en la agencia, y me acordé de ti y quise llamarte.......
- ¿Y te fue bien con el postgrado?- dije mientras me rascaba la nariz, cuando estoy nervioso la nariz me pica y es infernal como pica, como si se llenara de hormigas.
- Pasé, lo terminé, con eso basta, al final estaba bien reventada y llegué con las uñas al final del último semestre, pero ya cerré eso.
- Me alegro tanto por ti, ahora tienes algo de tiempo para pensar- dije con auténtica felicidad.
- Y para vivir, que es lo principal, ¿no? Y tú... ¿estás solo en la playa?
- Sí, solo- dije de inmediato antes de empezar con mis tics neuróticos.
- Es que justo pensaba ir a la playa mañana viernes con unas amigas que tienen casa por ahí y no sé, ahora que sé que andas por allá... y que no te extraña tanto escucharme... decía yo... veámonos, como amigos...
- ¿Cómo amigos? qué fome -dije intentando recuperar al canchero que perdí por tanta reunión, qué patético es uno a ratos- pero pasa a verme y ahí conversamos largo, el teléfono es frío y casi tan raro como el messenger, donde nunca sabes si el otro está enojado o bromeando, si caes bien o mal con esas caras amarillas... ven a verme, en serio, quiero verte- dije a quemarropa, hubo un pequeño silencio de segundo y medio que me pareció un día y medio.
- ¿En serio? ¡Feliz paso a verte!- dijo con la misma alegría frutal de antes. La mantenía y eso me alegró como pocas cosas en el último año. Mucho más que con su cierre de postgrado.
- ¿Te doy la dirección?
- Te llamo mañana en la tarde para pedírtela mejor, yo creo que vamos a salir tipo cuatro de acá, estaremos por allá como a las seis- la mejor hora para llegar, pensé. Alcanzo a ordenar mañana en la mañana, cocino tipo una y media, me duermo una siesta, si es que puedo dormir sabiendo que viene a la casa.
- Todo bien a esa hora... -no pude contenerme y me dejé hablar honestamente- Qué bueno escucharte, Ale, en serio, tenía hartas ganas de verte, y el tiempo pasa y nos vamos poniendo cada vez más insensibles y lentos- otra vez me sorprendo de mí, pero bah, mejor sorprenderse de uno que aburrirse de uno, y de esto último ya tenía demasiado- te voy a tener un vinito blanco, ceviche y alcachofas, una mezcla rara pero es lo que hay... mayonesa casera también puede haber, una oferta irresistible en esta época pésima de mayonesa envasada, una perversión de la modernidad...
- ¡Alcachofas, me matan las alcachofas, lo sabes!¡Y el ceviche también!¡Ya!¡qué hermosura! Ahora tengo que irme pero nos vemos mañana Pablo, sin falta! Un beso! Cuidate!
- Otro, ¡pero llámame pues!- ¿habrá sonado muy arrastrado esto último? Tampoco importa.
- Lo haré... ya, qué rico... beso otra vez, chau Pablo, hasta mañana- Chau... como le suena el chau, como le suena ese chau... dan ganas de irse a la playa y en revolcarse en la arena escuchando su chau!
- ¡Chao, nos vemos!- digo y corto. Corto y me quedo sin aire. Me quedo echado, en silencio, me paso las manos por la cara y respiro hondo. Me dan ganas de gritar pero me contengo. La vida es un círculo, me digo en voz alta, y que bueno que sea así. Ahora bien... ¿dónde mierda encuentro alcachofas? ¿Es época de alcachofas cierto? ella me hubiera dicho que no habían, si ella come esas flores día por medio... ya, tendrán que haber, y ¿cómo hago la mayonesa? ¿Estará mi mamá en su casa ahora?


Tuesday, October 23, 2007

EJERCICIO NUMERO 11 (EL OTRO)



Tomacho es de lo que no pueden tomar. No pueden, aunque hagan el truco de la guata llena o tomen una cucharada de aceite. Mejor dicho, pueden pero no deben. La razón es muy simple: dentro suyo habita Otro, que sale apenas Tomacho se descuida y se toma una piscola o un vodka con redbull.

El Otro es de temer. Yo lo he visto aparecer e incluso he sufrido sus embates un par de veces. Y confieso que basta y sobra.

La primera vez fue en el Parrón, hace años. Yo estaba con la Javiera -la niña más linda del mundo, debo decirlo, porque además de deliciosamente bonita tiene esa gentileza propia de las buenas casas- y conversábamos sobre un recital que no recuerdo pero que disfrutamos mucho. De pronto, del baño sale Tomacho y me queda mirando fijamente. Yo, que hasta esa fecha no conocía al Otro, levanto mis brazos para saludar a mi amigo, por el cual debo decir, siento hasta el día de hoy una profunda admiración. Entonces percibo en la mirada de Tomacho otra forma de mirar, extraña, como si los ojos estuvieran sumergidos en una piscina.

- Ven... ven- me dijo moviendo su mano como si fuera una caña de pescar.
- ¿Qué pasa Tomacho?- le pregunto poniendo una mano en su hombro - ¿le entró agua al bote?
- ¿Vos me querís?- una lengua evidentemente dormida por el alcohol.
- Pero claro que te quiero Tomacho- respondo con seguridad a Tomacho pero también tratando de que la Javiera percibiera algo de normalidad en el asunto.

Entonces Tomacho mira a la Javiera, me mira a mí, se mira el cierre del pantalón por donde se le asomaba la camisa, lo sube, sonríe y me dice:

- Si me querí dame un beso en la boca pos hueón... a ver pos hueón si me querís tanto a ver...
- Ehm... No sé si te quiero tanto, Tomacho, la verdad... si quieres te doy un abrazo o te llevo a la casa mejor, ¿andai en auto?- disparé claro de que Tomacho no estaba muy presente, sino que había otro, ese que sale de algunas botellas muy particulares...
- Puta que erís trancao conchetumare- dijo y me empujó, ante la mirada atónita de la Javi que si bien me conocía lo suficiente no entendía nada de lo que estaba pasando... Bueno, yo tampoco, debo decir- ¿querís mi auto ahora hueón? ¡ándate a la rechucha pero a la rechucha de las rechuchas!- remata y se va zigzagueando hacia el comedor central, asustando a una señora gorda que casi mete su cara dentro de una torta merengue lúcuma cuando Tomacho se tiene que apoyar en su cabeza para no caer sobre la parrillada de la otra mesa.

No sabía que decirle a la Javiera. Confieso que en esa época moría por ella, y que la vergüenza que sentí por culpa del Otro superó la estupefacción ante la escena. Nunca más vi a la Javiera. Miento, la vi tiempo después, cuando andaba con otro. Pero ese es otro cuento.

La segunda vez que me topé con el que vive dentro del Tomacho fue hace como un año y medio. Estábamos celebrando el cumpleaños de un amigo, y cuando todos comenzaban a levantarse para irse a acostar, le dije a mi amigo Pancho que por qué no rematábamos en el bar de lado porque se veían muchas más chicas lindas que en el que estábamos. Pancho, que prende con agua, asintió y cruzamos la calle buscando el último trago de la noche.
En la barra estaba Tomacho, conversando con dos amigos -uno con cara de asesino en serie y el otro como poeta francés al peo- y levantó los brazos haciendo señas para invitarnos a la barra. Cuando llegué juro que todavía estaba Tomacho y no el otro. Por descuidado -o algo ebrio, debo admitir- no me dí cuenta de que Tomacho estaba pidiendo un vodka redbull y que el barmán lo miró como preguntándole si estaba seguro de tomárselo (ahora que lo pienso bien, el mozo debe haberse encontrado con el otro más de alguna vez, ya que Tomacho era parroquiano fijo del lugar). Pero Tomacho, que es un tipo querible cuando es Tomacho, puso cara de gato a lo Shrek y el barman se dejó embaucar.
Juro que Tomacho era Tomacho cuando tomó el primer sorbo de vodka, y yo, con esa euforia absurda que te regala el alcohol le digo:

- Leí tus últimos cuentos en el blog, Tomacho, están re buenos, en especial el último post- le digo- me recordaron mucho a lo que escribía Cheever, o algo así...
- ¿Me estai hueveando?- dijo Tomacho cambiándose de máscara en menos de un segundo...
- Sí, en serio, como los de...
- ¿me estai diciendo viejo fleto, chuchetumare?- en ese instante supe que había que huir como correcaminos, porque el Tomacho no hablaba con garabatos comúnmente, en cambio el Otro si; pero como también estaba algo ebrio me quedé, no sé bien por qué, valiente pero atento a lo que se venía. Y como la fe y la esperanza en el ser humano es lo último que se pierde, le dije:
- No te pongai así pos Tomacho, córtala, pa' qué...

Tzum! Recibo un escupo de Tomacho en la cara. Mi amigo Pancho, al que no le cabía más asombro, como si estuviera viendo a su abuelo muerto, entonces me mira congelado y me dice:

-¿Idea mía o te escupió este saco de huevas?¿Lo matamos?- mi amigo Pancho es hiper dan en doscientas disciplinas orientales, pero no ha alcanzado la iluminación todavía así que apenas puede reparte patadas en mandíbulas.
- No me escupió él, Pancho, me escupió el otro, tranquilo- digo para calmar la situación. Por cierto que la ayuda del Pancho no era necesaria, el Otro tiene patas de lana y con un dedo lo tumbas o con un soplido lo aniquilas. Pero siempre he sido un tipo tranquilo, y no quería armar trifulcas ni escándalos.
- No fue el otro, fue él, huevón, matémoslo a patadas...- me dijo pancho al oído.
- Fue el Otro- le digo al Pancho estúpidamente, como si un borracho pudiera entender que otro borracho ve a otra persona dentro de un tercer borracho.

Entonces el Otro, no contento con escupirme una vez, lo hace de nuevo. Pancho empieza sufrir ataques de epilepsia de ganas de desfigurar al Tomacho. Entonces tomo el sartén por el mango y antes de recibir un tercer escupitajo, antes de que el Otro sea decapitado de un puñete del Pancho, empujo al Otro sobre sus amigos, sus amigos que no se habían percatado de la situación resbalan, se les cae el trago, increpan al Otro y el Otro le tira el vodka en la cara al más chico, el que tenía pinta de poeta maldito al peo, mientras el asesino en serie le saca la madre porque lo pisó con la silla. Llegan los mozos, el Otro grita, patea en las canillas al más peligroso de los mozos, nos agarran de las mechas y nos sacan del bar a patadas y manotazos (menos al Pancho, que antes una vez dio clases de boxeo en ese mismo local y se ganó el respeto de los mozos porque estaba en el mismo bando), y ya afuera, bajo la lluvia, al Otro le dio con sus propios amigos a grito pelado haciedno escándalo y nosotros, en un ataque de lucidez o bien de miedo, enfilamos hacia el auto caminando rápido y concentrados.
Pancho se sube, me mira con cara de extrañeza, y mientras pone highway to hell de AC/DC, sacude su cabeza y me pregunta por qué cresta no le pegué al Otro.

- Porque si le pego al otro le pego al Tomacho pos hueón- respondo aún mareado por la adrenalina contenida.
- No entiendo nada... ¿A qué otro te referís si hay un puro weón idiota?- dice el Pancho bajando el volumen de la música.
- Hay que leer a Stevenson- digo mientras suspiró con la ventana abierta.
- Uf, un curao pseudo culto ahora, la que faltaba- dice el Pancho encendiendo un pito para calmarse, creo, la cola que había dejado en el cenicero cuando fuimos a jugar baby. El Pancho nunca fue muy higiénico, y su auto siempre tenía una cola botada en alguna parte.
- El doctor Jeckill tiene su mister Hyde, oh, ¿no cachai ese cuento?- digo ya con un poco de molestia de tener que explicarle siempre todo al Pancho que no lee ni LUN.
- Vos tenís que ir al doctor, que te escupan y no hacer nah, qué weón, no sé si zen o weón- dice retándome, como tratándome de niñita por no devolver si no un puñete, al menos un escupo. Pero ya no quería ni discutir, quería llegar a mi casa, poner un disco ojalá de folk, algo agradable, para intentar olvidar, borrar, mi segundo encuentro con el Otro que habita dentro de un buen amigo. Confieso que además la situación me daba risa. Porque al día siguiente Tomacho iba a llamar preguntado que hizo, que puta, perdóname por favor, no debería tomar, me tengo que chantar y todas esas cosas que el Tomacho le ha prometido hasta a su gato. Pero esta vez no me reiría, le diría que fuera a un médico, a un psiquiatra, que hasta cuándo con el otro. Y así lo hice, cuando llamó con caña moral, con arrepentimiento de alcohólico reincidente.

Ha pasado el tiempo y no he visto al Tomacho. Supe que se casó al fin con su novia por el civil, un matrimonio flash porque la había dejado embarazada. Ella es una chica hermosa -Lucía, parece comercial de mall en primavera verano- a la que conocí por otro lado, a través de los Martinez. A veces pienso en ella. Más bien, me preocupo por ella, más que por el Tomacho. Porque sin duda alguna, un día, sin siquiera esperárselo, se debe haber topado en algún pasillo con el Otro. Y eso, indudablemente, nos hace algo así como hermanos en el terror. Pero tomacho era una buena persona. Cuando era Tomacho y no el Otro.

El trago lo pone ciego a uno, decía la canción, con mucha verdad. ¿Estará inspirada en el Tomacho? ¿En todos los Tomachos del mundo? ¿O en los Otros que habitan, en silencio, dentro de uno? ¿Cuántos de ellos hay, esperando la oportunidad de salir? ¿Son todos como el Otro, o hay Otros? ¿Existen los ángeles escondidos detrás de unas piscolas?

Palabras al cierre:

Ciertos datos que usted debe saber sobre Tomacho antes de encontrarlo un pobre diablo, y por cierto, razones que sabía el narrador porque fue compañero desde kinder hasta cuarto medio del hombre en cuestión:

a) Vio morir atropellado a su perro cuando tenía cinco años. Agonizó en sus brazos. Sus padres no estaban. Sólo la Nana que lloraba tanto o más que Tomacho.
b) Se meó a los seis años delante de las risas de todo su curso. Sucedió mientras entonaban la canción nacional con la estrofa de los militares, y fue de susto porque escuchó en una verdulería que los militares eran gente mala que comía niños envueltos.
b) Sacó a bailar a la Claudia en octavo básico, y ella le dijo que jamás bailaría con un guatón. Ese año Tomacho comenzó a escribir cosas tristes, pero con innegable talento.
c) Su padre se separó de su madre ese mismo año. Las razones eran vagas, pero la única que claramente recordaba Tomacho era terrible y ridícula: su madre roncaba como cortadora de pasto.
d) Tomacho perdió la virginidad sin saberlo. Fue el día en que por primera vez se curó como sapo, y a manos de la Frigobar Nuñez, una petaca conocida en todo el colegio por su mal vocabulario y constante olor a coliflor.
e) Ya en la Universidad, en una carrera que no quería seguir de una universidad donde no quería estar, se unió a una pandilla punk, pero nunca pudo usar bototos militares por miedo a mearse.
f) Cuando había logrado sobreponerse a su pasado tumultuoso, un día fue entrevistado en la calle por CQC y salió el domingo en la noche con una rosita en el pelo, los cachetes rosados, la voz con pitch como la Frigobar Nuñez, y para más remate cerraron con un sartenazo. Larraín y Feito no pararon de hablar del gordito fleto. Su celular no dejó de sonar hasta las 3.15 a.m. Cambió de número por una paranoia innecesaria.
g) Quedó finalista en Santiago en Cien Palabras, lo llamaron y todo, pero fue descalificado al día siguiente porque alguien contó las palabras de su cuento y tenía 101.

Podría seguir, pero no quiero seguir deprimiendo a nadie.

EJERCICIO NUMERO 10


Isolda, entierra todos tus muertos.
Piensa, recuerda, olvida.
Que tu recuerdo olvide sus recuerdos,
que tu olvido recuerde sus olvidos.
Cuida de no morir antes de tu muerte.

Vicente Huidobro

¿Sabes qué, María? Nada sacamos ahorrando dinero para viajar a esos lugares donde no serás viajero, sino turista. Porque ¿sabes qué, María? Viajar se puede hacer sin maletas, sin botiquín, sin seguro médico internacional, sin tarjeta de crédito de respaldo. Viajar se hace todos los días, porque debes conocer el mundo, María, sus habitantes. ¿Sabías que cada persona es un reportaje, María? El periodismo de verdad es la vida misma, créeme. Vamos hacia esas zonas donde hay guerras, hambruna y abundancia en las almas que se cruzan por tu vida, y las vivimos in situ, María, si hay que pasar hambre, la pasamos, y si que hay que sentir miedo, lo sentimos. ¿Cómo conocer la valentía si no sentiste erizar los pelos en tu nuca?
No importa que no sepas el idioma, María, para eso tenemos las manos, mucho más directas que las palabras.
Hay tanto paisaje para fotografiar, María, si los vieras. Tanta montaña y tanto desierto, tanto río, tanto mar, tanta viento. A mí me gustan las lagunas altiplánicas, esas que están en silencio, tienen pájaros exóticos y colores furiosos. Donde el oxígeno es escaso y te obliga a andar lento, tranquilo, bobo, como si te fueras a quedar dormido y entonces el paisaje parece parte de un sueño. Y sí, María, me gusta el desierto, la soledad. Allá donde en la mitad de la nada te topas con un tamarugo, firme, elevándose hacia el cielo azul azul -el cielo es dos veces azul en el desierto, lo juro por mis hijos, si lo vieras- y te echas debajo de su sombra y recuerdas a tu padre.
Todo es viaje, María. Es muy simple. No intentemos ser vanguardia, es inútil y siútico. Todo es camino y carretera y se acabó. ¿Para qué darle más vueltas?
Y me voy, cara de palo, esta vez me voy y no vuelvo, María. En serio, me voy. Y no partes conmigo pero tampoco importa. No es que no me importes, me importas y mucho, pero esta vez parto solo porque soy un desagradable, un mimado, un niño mal terminado, un hombre. Por puro joder en el fondo, por puro molestarte. O por empujarte al vacío como cuando nos empujábamos a la piscina. O simplemente porque sin moverme me empiezan a sonar las rodillas. No todo tiene que ver con provocarte cosas, no seas tan egocéntrica. Está bien, con vestido eres un incendio forestal, una sábana blanca al sol, pero vaya que son importantes también mis rodillas, heroicas como tanques, aplicadas como grúas. Como piden trabajo. Si volviera a hacer una empresa, contrataría sólo rodillas. Y manos. Y codos. Y Tobillos.
Cuando dejes atrás tus cosas -demasiado peso para los viajes, déjalas, por favor, hazme caso, bota la maleta grande y toma la mochila más chica, usa las zapatillas más cómodas, mete la cámara de fotos y el vestido rojo con flores locas, por favor, te quiero ver como una mancha roja a lo lejos, y cuando llegues, y si te atreves, vergonzosa, lleva una sombrilla, hagamos una gran escena dentro de nuestra película- y cuando escojas un camino, vaya tranquila, por ahí andaré, hablando solo y vagando -seguramente ya me habré hecho amigo de un perro, tú me conoces, estoy frito, puedo prescindir de los humanos pero jamás de los perros- y tendré los bolsillos llenos de pequeñas historias, lugares comunes, fotos sin importancia, que para cuando nos volvamos a encontrar María, se harán agua. Y calmaré tu sed, niña loca, miedosa, tranquila que calmarás todas tus formas de sed. Qué bonito abrazo será ese, María, la más María de las Marías. Para esos efectos, y para que resulte como lo cuento, toma nota: cuida bien tus brazos, tu espalda, tu sonrisa.

Sunday, October 21, 2007

SOÑAR NO CUESTA NADA (EJERCICIO 7)


Estaba sentado en la loma de un cerro, mirando una ciudad que ardía a lo lejos. Era un incendio feroz, pero no se escuchaban sirenas, gritos, no había movimiento. La ciudad ardía en el más completo de los silencios. Era el amanecer.
Miro hacia la derecha y sentado al lado mío, un puma. Absolutamente tranquilo, mirando también como ardía la ciudad. Me miraba por el rabillo del ojo e incluso, lentamente, a ratos me miraba casi de frente, pero sin nervios. el gato grande estaba al lado mío y no tenía ansiedad, temor o furia.
Ardía la ciudad. Y estábamos algo felices porque auguraba el comienzo de otro tiempo, otra era, muy distinta. El puma lo sabía, yo también. El puma hablaba conmigo. Nos entendíamos en el silencio.
Me levanté con calma y comencé a bajar el cerro. Cabras, vacas, caballos, pájaros, se cruzaban en mi camino con la misma calma del puma. Me detuve a acariciar la cara de un caballo que se acercó como si fuera un perro y yo su amo. Y en eso estaba cuando escuché flautas a lo lejos. Era una celebración. se escuchaba como la gente disfrutaba de la fiesta.
Todo este rato me llamaba la atención que el lucero de la mañana no se moviera ni extinguiera. Estaba en la misma posición permanentemente. Pasaba el tiempo y parecía brillar más, pero no era amarillo como el sol, sino más celeste.
Me di vuelta a mirar hacia el puma y ahí estaba. Tranquilo, mirándome en silencio. Reí. El aire era puro, muy puro. el incendio había terminado. el caballo ahora tenía montura.

Suena un despertador.

Saturday, October 20, 2007

Wednesday, October 17, 2007

OTRO PROGRAMILLA DE TV

EJERCICIO NUMERO 4

Caminamos en silencio un par de cuadras. Podríamos habernos separado antes, pero seguíamos uno al lado del otro como si los cuerpos no estuvieran de acuerdo con las palabras, esas malditas que a veces pican como abejas cuando podrían acariciar como plumas.
Miraba su oreja, esa zona entre su oreja y el cuello, esos cabellos delgados que hacían remolinos, su zona de ventoleras, sus corrientes marinas. Cuántas veces me había despertado mirándola dormir y había jugado con esas ondas entre mis dedos. Entonces ella despertaba lentamente y sonreía con suavidad, buscaba mi mano bajo las sábanas y la tomaba entre las suyas y se daba vuelta diciendo "cucharita". Así quedábamos juntos unos minutos más antes de levantarnos día tras día, año tras año. Echar de menos la voz pequeña, la niña que hablaba después de hacer amor; ese juego de dedos entre dedos, ese piano pequeño que le saca notas de felicidad a la piel que se toca. La misma rutina que nos mata es la que echáremos de menos para siempre.
Callé los próximos dos minutos, ella abrió la puerta, caminé por el pasillo que recorrí dos años como una feria con fruta fresca de verano y al final en este invierno helado que quemó las mejores paltas; tomé lentamente los discos que se amontonaban sobre la mesa del equipo (revisando que estuvieran dentro, claro, uno por uno mientras ella sentada al frente me miraba fijamente), y entonces levanté la cabeza y por última vez nos perdimos unos segundos en los ojos. Una mirada que dura un suspiro y que no se olvida en toda una vida. O quizás en varias y es lo que vamos buscando, vida tras vida. Y claro, esta noche y muchas noches más que vendrán, me aferraré a esas hermosuras de ideas que son la resurrección y la reencarnación, pero esa de vivir la misma vida una y otra vez luchando por no cometer para siempre los mismos fatales errores, las malas estrategias, las fúnebres ideas que cambian el curso de las cosas.
Nos dimos un abrazo medianamente largo, no lloramos, no podíamos, pero sí suspiramos. Bajé las escaleras, los cuatro pisos rápidamente -no quería esperar ese maldito ascensor, no quería ver mi reflejo solitario en ese espejo donde penarán para siempre esas tantas veces que nos reímos besamos discutimos jugamos- me subí al auto y puse en la radio el cd nuevo de Radiohead, que es lo único en el mundo que esa noche no me la recordaría. Tomé otra calle y me fui sin rumbo. Eran las 2:15 de la mañana, estaba nublado pero se veía la luna y no hacía frío (afuera).

(Inspirado libremente en Lo Bueno de Llorar de Matías Bize)

Saturday, October 13, 2007

DON'T ANSWER ME



Don´t answer me, don´t break the silence, don´t let me in.

OTRA MAS



Lo más romántico del mundo, según mi amiga Feña.

CHARMING MAN

UNA CANCION BUENA



una de las bandas que más gusto me da haber tocado alguna vez en alguna radio.

MULL OF KINTYRE



Una bicicleta, nueve años y el casete de los Wings.

NINO

ESTARIAMOS TAN FELICES JUNTOS

RESCATE EMOCIONAL

CARLY



Buena canción, video dudoso.

ESTE AMOR



this love, craig armstrong y liz fraser

OPINO LO MISMO DE LOS AUTOS

SCARLET Y BOB

UNA VENTOLERA DE ROCK AND ROLL



The walkmen, The Rat

MI CANCION FAVORITA NUMERO UNO.

Thursday, October 11, 2007

CONVERSACION DE PRIMAVERA


- ¿Sabís lo que pasa? Tengo que salir del closet: me gustan todas las mujeres, o casi todas.
- Pero cómo, sin filtro, ¿sin nada?
- Cómo las puedes filtrar si todas sonríen.
- Ya pero alguna predilección tendrás que tener pues, morenas de cara blanca, rubias con pecas o trigueñas de cintura chica...
- Todas te digo.
- Pero alguna te tiene que enamorar más que otra.
- Ah, pero es que estamos hablando de gusto, no de amor. No confundai las las cosas... si hay enamoramiento, amor que le llaman, ahí hay una categoría más profunda. Tiene que ver con cómo se presenta al mundo, qué hace con su vida, cuánta felicidad ande trayendo en los bolsillos, qué tipo de zapatillas usa y cómo se las amarra, si sabe poner feliz a un vestido sobre ella, si le gusta el vino y el cine chino y también Loco por Mary.
- Uno pide alegría, es cierto. Una mina linda es una mina que sonríe seguido. Que se les olvide a cada rato...
- Claro, puede tener pena de vez en cuando pero tiene que saber combatirla con su sensualidad o con su humor, que es casi lo mismo. Al menos para mí. Y con su clavícula. Ponerle clavícula a la vida, y cuello, y poto y manos y boca.
- Ahí sí que te voy entendiendo. Por ejemplo, ¿viste la que entró?
- Exquisita... como francesita... y lo sabe, ¿viste como movía las manos?
- ¿Quién la disfrutará?¿con quién se reirá en la cama?
- Un afortunado de mierda. Que los hay. A menos que tenga tendencia a los canallas, como casi todas. Un tipo con auto caro y fome como él solo, así debe ser. Y malo. Les gustan los malos, los buenos estamos podridos.
- ¿Tú decís que hay alguien capaz de tratar mal a esa cosita?
- hay de todo en la viña del señor, incluso sacos de wea con suerte.
- ¿Y si es depresiva y estamos idealizándola de puro calientes? ¿Una cabra llorona con padre medio ausente?¿Primer pololo apostador y putero? ¿Un pastel de caca?
- Chuta... quedemos en que eso es problema de ella. Nosotros estamos sentados acá para idealizar y la prefiero divertida y gozosa e incluso bien cachonda y juguetona.
- Qué rico...
- Eh... rico...
-.......
-.......
-.......
-.......
- En fin... ¿otro café?
- No puedo, tengo una reunión.... Las reuniones son lo peor. No dejan mirar minas como se debe. Te dejo disfrutando del placer de mirar chiquillas ricas, yo voy a tratar de hacer que un cliente sea menos idiota y nos compre la campaña.
- ¿El mismo pelotudo de la semana pasada?
- El mismo. El "no me gusta el vestido de la foto" cuando ya tomamos la foto que él mismo aceptó en la pre producción.
- ¿Te imaginai que fuera el pololo de la francesita de la terraza?
- uuuu... ¿la vida puede ser tan injusta?
- A veces...
- Incluso en primavera...
- Sí.
- Qué terrible.

Thursday, October 04, 2007