Thursday, August 03, 2006


Y te vimos salir corriendo despavorida el día que supiste de tu muerte, por más que intentaste huir de ella, ocultarla, exiliarla, borrarla, ningunearla, la viste frente a frente. Nunca llegó, no apareció de súbito, lo sabes bien, siempre fue la fiel inquilina, la señora del departamento oscuro, sentada en una silla bordando una alfombra misteriosa, viéndote entrar y salir con amor de madre, con la paciencia de las abuelas. Cuántas veces le negaste la mirada al llegar a la casa, cuántas otras abriste paraguas en días soleados para no mirarla en su balcón, allá en el último piso, donde habitan también decenas de palomas, antenas de televisión, las estatuas de ángeles y demonios y también ángeles y demonios.

¿Para qué huir? Hoy ya lo sabes: deberías haberle tocado el timbre, te hubiera hecho pasar, podías haberle preguntado de todo, te lo hubiera contestado con dulzura mientras preparaba té, marraquetas tostadas y galletas de la suerte.

Hoy es tarde, lo sabes bien, mientras te tiene en sus brazos e intenta calmar tus lágrimas, las que brotan por todo lo que dejaste de hacer, por ese tiempo que perdiste corriendo despavorida.

Deja de llorar. A fin de cuentas ya nada importa porque no todo está perdido. ¿Escuchas el secreto que te susurra al oído?

4 comments:

nadie said...

me remite a huidas de hace mucho. con el corazón latiendo fuerte, cerrando los ojos a la realidad, creyendo inocentemente que el dolor desparecería, como cuando los niños se cubren los ojos con las manos y dicen "nostá".

Cpunto said...

hay tanto hilito de qué agarrarse aquí, yo me agarro de mi abuela, batiendo siempre algo, un betún blanco como nieve para pintarse los dedos y dejarle a uno la boca dulce, para bajarle el color a los moretones de las cosas que provocan cosas, porque huíamos, sí, y ella siempre nos salvaba en la cocina,

besos,

Paitoca said...

y tomándome del hilito que dejó cpunto, me agarro del recuerdo de una especie de abuela que tengo, que está a punto de dejar la vida y yo aquí sentada trabajando y cordándome de ella... pero sin fuerzas para visitarla, que desidia la mía!

retamal said...

me recuerda a un poema de Oscar Hann ..."cuando la muerte te susurra al oido y se va"...
estabas anunciando tu "muerte "?

heme aqui en una lluviosa noche Valdiviana,lamentando la pérdida de la eterna compañera que como todo lo bueno ,duró poco...
Cómo lo haré a partir de Hoy?
Me doy cuenta que además de melómana me conmovía la brillante lucidez con la que me acompañaba en mi vida doméstica..
Me siento sola en el mundo otra vez