
Esos trenes de letras que a ratos te llevan a lugares que crees conocer y no sabemos.
Trenes de carga con toneladas de sentido. Trenes con emociones, ternura, violencia.
Trenes que todo lo contienen. Trenes que explican y a la vez desordenan la realidad.
Existió un mundo sin palabras alguna vez en nosotros. Eramos colores, viento, sonidos, olores, tacto.
Alucinaciones, debemos haber tenido alucinaciones.
A veces hay que vivir unplugged. Y volver a la estación de trenes, nunca con la intención de quedarse. Es bueno vivir de turista. En el mundo del sentido, es bueno ser propietario de sólo unas maletas. Vivir en hoteles. Salir a pasear. Jamás comprar. Se corre el riesgo de volverse estatua. Y ser observado por niños que no saben palabras. Que aún no toman trenes hacia el lugar donde se nombran las cosas.