Friday, October 14, 2005

EL SALTO


Y un día vas arriba de un avión sin saber muy bien por qué y te miras y llevas una mochila que supuestamente lleva un paracaídas y te dices al oído mudo qué loca es la vida, aquí vamos y hay que saltar, el que no salta no vive el vértigo y el que no lo vive nunca lo supera porque para crecer hay que conocer.

Y te preguntas si será bueno dejar el avión si está tan cómodo pero recuerdas que los aviones también se caen de vez en cuando, y si hay que caerse ojalá sea por decisión propia y no por accidente.

Y no sabes de dónde pero te llenas de un valor que no conocías, que viene de esa voz que no sabes de dónde sale y que confirma que algo de locura hay en el camino a la madurez.

Y entonces te paras en la puerta abierta y abajo, muy abajo, está la tierra prometida. Entonces miras a la cámara y no queda más que sacar la lengua, claro, le sacas la lengua a la muerte, y también a la vida.

Y el viento. Y la fé. Y el amor. Y el corazón. Y el salto al vacío. Y todo es para sentirte lleno. Y es porque la vida es muy rara. Pero mientras dura vale la pena vivirla. Pegarse todos los saltos. Pero con el dedo siempre sujeto al hilito que abre el paracaidas.
Si es que lo hay. Si es que no se te olvidó.

Rezaremos por ti. Aunque seamos ateos, aunque dudemos, creemos en ti. Buen viaje.